ODIO, DOLOR Y UN POCO DE AMOR IV (el final)



Decidí no volver al lugar, me decía que no me interesaba, que no me importaba, pero por las noches, los sueños se encargaban de revertir las mentiras que usaba para auto-convencerme.
Entonces de día ni pensaba, y cuando dormía era como retroceder en ese juego de olvidar; todo el esfuerzo, ganas que empleaba en las actividades, las buenas cosas y oportunidades, se me relegaban cuando se adueñaba de mi una noche solitaria.
Y así funcionaba, y así creía. Todos los días me ponía un punto final a la situación, me decía basta, ya no quiero más de esto.
Pero necesitaba saber, no quería, pero lo necesitaba, un poco de esa adicción.
A pesar que veníamos de noches estrelladas, calurosas y llenas de luces y ruidos, aquella cierta noche no fue igual, no, volvió a ser como las otras, el cielo oscureció, el viento susurraba viejas frases empalagosas guardadas en mis recuerdos y su brisa era fría, sureña, afuera olia como a mierda de gato y barro. Era la noche, otra de esas, donde mas pensaba, mas me mortificaba y dejaba escapar sudor de mis ojos.
Tuve que salir a comprar cigarrillos, para volver a casa y escribir algo que me desahogue, pero pase frente a ese pasillo traidor, me detuve, creí que unos segundos, que se tradujeron en tres cigarros.
La situación claramente me superó. Respire fuerte, me hice amigo del coraje, y avance al pasillo, cada paso que allí dentro daba retumbaba en el lugar. Sin reconocer su puerta me di cuenta por la luz que salía por debajo de ella. Me recline, me apoye sobre ella para observar, pero la puerta cedió con un gruñido, estaba abierta, y ella ahí, yo frente a ella, no me quedo mas que pararme. Cruce la línea divisoria del marco como si entrara a otro mundo no tan paralelo pero si tan distinto; la mire a los ojos, ella también a mí. Fueron esos segundos que parecen horas, pero estoy certeramente seguro que no fueron solo segundos, al menos, deben haber sido unos cuantos minutos. Minutos en los que nuestras mentes estaban en blanco, nuestras miradas perdidas en lo profundo de nuestras pupilas. Luego mire su boca, sus manos, ella también me contemplaba lentamente, nos acercamos a una distancia cercana de dos pasos, mis manos temblaban, también mis piernas, y como describir el ritmo que llevaba mi corazón, me golpeaba, me golpeaba tan fuerte que me quería hacer avanzar contra ella, a abrazarla. Y ella, con su cara pálida y hermosa. Note como sus labios tiritaban buscando la primera palabra para hablarme. Permanecimos así unos segundos más, mientras yo pensaba en que querría decirme, el miedo a escuchar algo que no quisiera hizo desviar mi mirada a un costado, después la volví a dirigir hacia ella, incline mi cuerpo por inercia para abrazarla o besarla. Pero no, baje mi cabeza dejando el juego de miradas, pase por al lado de ella, buscando sentir su perfume que ya no olía a nada, y salí con mi cabeza inclinada pesando sobre mis hombros caídos, solo que esta vez, salí por la puerta de atrás.
Y por esa puerta me aleje de ella y todo lo que nos rodeaba.
Quedo ese pasillo, féretro de la ilusión que alguna vez despertamos.

1 minusválidos mentales como mua:

franmorten dijo...

y bue che... ahi fue el final... fue muy raro para mi escribir esto... que poco tiene de ficcion...

abrazo a quienes siguieron las 4 partes!

fran!